· En el marco del Día Internacional de la mujer y la niña en la ciencia, celebrado el 11 de febrero, compartieron anécdotas de su infancia, estudios y de su desarrollo profesional.
La ONU proclamó el 11 de febrero como el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Parte de la importancia de esta fecha es su misión de acabar con estereotipos y visibilizar que las mujeres son igual de capaces que los hombres en todas las áreas del conocimiento. De acuerdo con esta organización, entre más mujeres haya en campos de la ciencia y la tecnología, más niñas sentirán que pueden tener éxito en estas áreas y sentirse más motivadas por estudiar carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
Si desde temprana edad las niñas se involucran en actividades y temas de estas áreas, al igual que los niños, más probabilidad tendrán de romper con los estereotipos y confiar en que pueden destacar en carreras científicas, señaló María Ester Brandan, investigadora adscrita al Instituto de Física de la UNAM.
De acuerdo con la también tesorera de la Academia Mexicana de Ciencias, México ha avanzado en el terreno de equidad, sin embargo, hace falta un cambio cualitativo, es decir, no se trata sólo de aumentar el número de mujeres en los grupos de investigación o en los institutos, se trata de tener igualdad en oportunidades para ser parte de los comités de evaluación, de ser realmente incluidas y reconocidas en los trabajos de investigación. Buscamos que nuestros amigos hombres nos ayuden, porque una sociedad es mejor y más rica si se incluyen a las mujeres en todas las facetas.
Agregó que “deben existir más acciones de comunicación para que las familias puedan enfrentar con mayor comprensión el por qué una niña o joven está considerando una carrera científica. Hace falta llegar a esa igualdad en la que a nadie se le frene, ni con una mirada de sorpresa, porque declara que le gustan las matemáticas”.
En una charla entre mujeres de ciencia, realizada en las instalaciones del Centro Cultural Bella Época, del Fondo de Cultura Económica, la doctora Brandan contó que mientras estudiaba en el extranjero, hizo un viaje a Canadá. “Mientras convivía con una familia canadiense en un barco, hubo un momento en que la esposa se acercó a mí y me dijo –en verdad usted estudia física—, yo le contesté que sí y ella con sorpresa siguió –pero usted se ve tan normal—“.
Alicia Mastretta-Yanes, catedrática Conacyt asignada a la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), recordó que no se debe perder de vista que todas las niñas y niños son curiosos por naturaleza y que es necesario mantener despierta esa curiosidad.
“Mis padres me llevaron de vacaciones a Cuetzalan, Puebla. Me dormí en el camino y cuando desperté estábamos llegando a ese pueblo. Había mucha neblina y cuando le pregunté a mi mamá qué era eso que no nos dejaba ver, me contestó que estábamos dentro de una nube. Con la inocencia de una niña tomé el estuche que contiene el juguete de un huevo Kinder y atrapé un poco de ella. Cuando volvimos a casa abrí mi huevito pensando que saldría una pequeña nube, pero sólo había humedad, hice un berrinche por ello y así descubrí la condensación”, contó.
Por su parte, Julia Tagüeña Parga, coordinadora general del Foro Consultivo, Científico y Tecnológico, recordó un suceso que pasó mientras trabaja en el tema de superconductores. “Resulta que el grupo en el que estaba, que ya tenía varios años trabajando en materiales superconductores, propuso una combinación de tierras raras, se trataba de un gran superconductor, que pensábamos tenía muy alta temperatura (-70 grados Celsius). A mí me tocó hacer la parte del análisis, y resulta que nos dimos cuenta que era un fiasco, nos dimos cuenta antes de publicarlo y fue muy difícil aceptarlo, porque había mucho trabajo de investigación y pensábamos que habíamos logrado algo muy importante. Estas son cosas que pasan en investigación, pero la ciencia se trata de intentar, y si te falla algo, hay que reconocerlo y hacer público el error, de estos procesos también se aprende mucho y son fundamentales para el desarrollo científico”.
“El avance de la ciencia se debe al trabajo en equipo entre hombres y mujeres y que no se pueden concebir los grandes proyectos de frontera y la solución de los retos de la humanidad sin la participación de las mujeres”, agregó.
Por último, Gabriela Guzzy Arredondo, también compartió algunas anécdotas, contó que creció en una familia conformada por tres hermanas y tres hermanos, “mis papás nos hicieron sentir que teníamos las mismas oportunidades, nos llevaban mucho al campo, donde nacieron mi amor por la naturaleza y muchas preguntas. Cuando llegué, por dos años, a la carrera de Ingeniería Química en la UNAM, ahí tuve a un maestro maravilloso, Guillermo del Conde, y un día en el salón de clases nos dijo, –ustedes saben que el agua caliente se congela más rápido que el agua fría–, todos nos quedamos mirando, luego hicimos un experimento y entendimos a qué se refería”.
La también integrante de la Sociedad Química Americana, señaló que México es un gran escenario para estudiar ciencia. Tenemos un país megadiverso con una gran historia cultural, es decir, los hombres y las mujeres que se dediquen a la ciencia tienen un gran reto para resolver los problemas y generar nuevo conocimiento en las diferentes áreas.
Elizabeth Ruiz Jaimes